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Vive Bellas Artes una noche de poesía dedicada al Gran Cocodrilo

 

Comunicado No.1030/2014

18 de junio de 2014

 

 

Así como era el poeta Efraín Huerta (Silao, Guanajuato, 1914-Ciudad de México, 1982): anti solemne, desenfadado, divertido, sarcástico, crítico y sorprendente, se le recordó este miércoles en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, durante una velada poética en la que actores y escritores hicieron una lectura dramatizada de su obra literaria, para celebrar que un 18 de junio de hace 100 años nació quien es conocido como El Gran Cocodrilo de la poesía mexicana.

 

Los actores Carlos Bracho, y las becarias de número de la Compañía Nacional de Teatro, Marta Verduzco y Selma Beraud, y los poetas y escritores Hernán Bravo Varela, David Huerta y Benito Taibo, leyeron fragmentos emblemáticos de la obra de Efraín Huerta, mientras que para finalizar, un trío de músicos de hip-hop, encabezado por Jerónimo Gorráez Belmar, interpretó los versos musicalizados del Gran Cocodrilo.

 

Al iniciar el homenaje, Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, dijo que la palabra de Efraín Huerta está llena de originalidad, de amor, de humor, de pasión por la Ciudad de México y de odio por las injusticias que se desarrollan en el país.

 

“Lo recordamos precisamente el 18 de junio, el día que se cumplen 100 años de la fecha de su nacimiento. Distintas instituciones hemos sumado esfuerzos para no dividir y fragmentar un esfuerzo que debe ser absolutamente unitario en la celebración de una figura como Efraín Huerta”, puntualizó Tovar y de Teresa.

 

Ante una Sala Manuel M. Ponce colmada de amigos, familiares y lectores de Efraín Huerta, Selma Beraud dio inicio a la lectura con Canto al petróleo mexicano, siguió con Órdenes de amor y terminó con Borrador para un testamento, que el poeta dedicara a su colega Octavio Paz.

 

Benito Taibo, quien junto con el hijo de Efraín, David Huerta, se encargó de moderar la mesa de lectura, contó que conoció al autor de Los hombres del alba en 1970, cuando su padre, Paco Ignacio Taibo I, le dijo que iría a comer a la casa un cocodrilo. “Desde el primer instante que lo vi me enamoré de él, por muchísimos motivos. Cuatro años después me regaló uno de sus libros dedicado y en ese momento no lo supe entender. Lo leí y a partir de los 16 o 17 años me rendí absolutamente a sus pies”.

 

Decía Efraín Huerta: “Quiero que se me recuerde como un sobreviviente de varias batallas en que no estuve, de otras batallas –‘campos de plumas’– en que sí creo haber estado; como autor de una docena de libros que estuvieron a punto de ser buenos… Aquí cabría un severo etcétera. No lo pondré, pero sí inventaré para encolerizar a mi sombra: etceterilla”.

 

Este tipo de evocaciones hizo David Huerta, quien tras agradecer a instituciones como el Conaculta, el Instituto Nacional de Bellas Artes, la UNAM y la Secretaría de Cultura del Distrito Federal por la serie de actividades que se han realizado para celebrar a su padre, declaró al 18 de junio como el día más poético.

 

El actor Carlos Bracho, quien fue entrañable amigo del poeta, leyó una serie de los famosos poemínimos, en los que Huerta deja ver su ingenio, humor y sarcasmo, para luego dar lectura a Barbas para desatar la lujuria. El también poeta Hernán Bravo Varela hizo lo propio con Amor. Patria mía, el último poema de gran aliento escrito por El Gran Cocodrilo.

 

La velada culminó con la participación de Jerónimo Gorráez Belmar, músico independiente que adaptó versos de Efraín Huerta al ritmo del hip-hop. El joven músico trabajó con fragmentos del poema Declaración de amor y odio a la Ciudad, que el poeta escribió en la década de los 50 para hacer un homenaje a la Ciudad de México.

 

MACMéxico / Distrito Federal